La verdad, es que no nos conocimos, admito que pudimos asomarnos a la ventana del cuarto más ordenado del otro, por qué es lo que uno siempre muestra después de la fachada, pero en verdad, no nos conocimos.
No por poder decir que odias y adoras unas cosas sobre otras, puedo decir que te conocí.
No por que sepas que hay males que me duelen más que otros, puedes decir que me conociste.
No por habernos reído del aburrimiento podemos decir, nos conocemos.
Nunca entramos en el armario del otro, ni descubrimos el patio trasero o el basurero. Tampoco arreglamos algún desperfecto ajeno y mucho menos vislumbramos el tendedero.
A veces toca admitir que uno no sabe en qué se involucra, por dolor del ego, alma y la idea de destino, a veces toca darse cuenta que solo íbamos dormidos.
Ni nos conocemos, ni nos conoceremos, tal vez solo por respeto nos saludemos, por empatía u obligación nos ayudemos, pero tal vez solo eso …